viernes, 29 de diciembre de 2017

De los capítulos con anexos infinitos

Del 2017

Este año empezó muy diferente a los demás.
Cariño, ilusión y compañía placentera.
Esto de amar es incierto. Es como quebrar la piñata, como ponerle la cola al burro, como caminar por el cuarto en plena oscuridad: te lanzas con fe aunque no sepas si le vas a atinar o a meterte un madrazo.

Y pues… tocó madrazo.

Pero conocí el amor más puro, el que no se detiene ante nada, el que se quita el pan de la boca, el que no duda en dar la vida. Ese amor que no cambia con el tiempo ni depende de los demás. El amor que te dice que con ese vestido te ves gorda y no puedes sino estallar en carcajadas y amarlo más. Ese amor que te derrite con verlo dormir y te hace querer romperle la cara a cualquiera que ose ofenderlo.

Volví a caminar. Bajé de peso. Me encontré conmigo misma como nunca lo había hecho. Tomé decisiones complejas y enfrenté las consecuencias con coraje. Estrené casa. Llegó Chewie a mi vida, a hacerla menos solitaria y más feliz. Comencé a sanar heridas del pasado para construir sobre una base nueva y mejor.

De la emotividad

Lloré mucho. Lloré la traición, el engaño, la culpa y el sentirme usada. Lloré la separación. Lloré por no saber qué va a ser de mi niña. Lloré porque no fui suficiente. Lloré porque fui desechable. Lloré porque me sentí sola. Lloré porque me humillaron. Lloré porque no supe adónde ir.
Lloré porque se me fue mi amor imposible, Biuei; Lo lloré mucho.

Aquella relación amor-odio
que se cultiva cuando
pasas horas de horas en el auto.
Reí con cada ocurrencia. Reí con las palabras mal dichas que nos hicieron gracia. Reí con las películas, los juegos, los paseos y los viajes. Reí con los chistes. Reí con los dibujitos, los memes y los vídeos. Reí con las gracias de una toddler. Reí con las nuevas y las viejas amistades. Reí con las cervezas, los tequilas y el whiskey.

Celebré mi cumpleaños, el de Valentina, el de mi papá, el de mi mamá y el de mi hermanito. Celebré lo que valía la pena celebrar.

Di tiempo, dinero, vida, amor, compañía y apoyo. Recibí abrazos, besos, caricias, muchos "te amo", halagos y satisfacciones. Recibí, aunque fugaz, eso que siempre había querido recibir.


"…porque así [de grande] es Mariale."

Del final del episodio

Fue un año que trajo tan variadas cosas que sólo no sé cómo catalogarlo. A lo mejor no es necesario poner etiquetas y sólo vivir como se viene. Soy un año más vieja, más sabia, más madura y más fuerte.

Y si con algo quiero quedarme, es con la respuesta de Valentina cuando le preguntaron por qué me había dibujado tan grande: "…porque así es Mariale."



Este capítulo acabó siendo uno de esos que te hacen pensar que perdiste el tiempo; Pero traía al final un hilo que se prolongará hasta que se cierre el libro y sea puesto en la librera. Es un anexo cuyo nombre está grabado en mi corazón y en mi piel, con todo el agradecimiento que cabe en un alma que encontró ahí solaz.