martes, 31 de diciembre de 2019

Del año revoltoso que termina

Como cada diciembre (del último lustro al menos), les traigo la reseña del año:

Este año fue peculiar. Un año de muchos (demasiados) cambios, de cosas buenas, malas y feas. Un año que agregó personas increíbles a mi vida y se llevó personas que nunca merecieron estar.

Un año de crisis mentales, de sentimientos encontrados a nivel emocional, de conflictos innecesarios. Un año que me trajo grandes lecciones, algunas de las cuales tengo a medio aprender.

Tuve un compañero maravilloso, un inmenso ser humano, hombre de bien. Paciente, dedicado, atento, comprensivo. Fue un año bueno para mi corazón.

Emma dijo sus primeras palabras y aprendió a caminar. Me grita, me pega y me aleja, pero al final del día nos abrazamos y volvemos a empezar. Chewie tiene salud, está contento y me ama como siempre. Ya gané.

Recorrí más de 12 mil km en moto. Visité 3 países. Conocí Guatemala un poco más. Me llené de fotos lindas y buenos recuerdos.

Enfrenté a los monstruos del pasado. Les puse límites a los abusivos. Le dije sus cosas en la cara a la gente de m… que tuve que toparme. Me arriesgué más de la cuenta. Peleé más de lo justo. Me saqué mucho de lo que por años he guardado.

Dejé ir a esa familia que lo es en papeles pero no en el alma, que es buena para señalarte pero no para ponerte el hombro. ¡Adieu!

Tengo mucho qué cambiar y mucho qué construir. Afortunadamente voy de la mano de los que saben y de los que ya han recorrido ese camino alguna vez. Espero este nuevo año ser mejor persona, mejor compañera, mejor amiga, mejor profesional.

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Que este 2020 traiga al menos 366 razones para sonreír. Que al anochecer tengamos agradecimiento y no angustia. Que encontremos al andar personas buenas y que las malas nos esquiven. Que esté lleno de amor, de compasión y de empatía.

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